Tanto en este blog como en el “cara a cara”, la gente que me conoce sabe que no suelo dedicarle generalmente bonitas palabras a Google. Para no aburrir siempre como los mismos temas, por si alguien no conoce mi posicionamiento respecto a la gran G lo resumiré muy brevemente: abusa, al igual que todos los monopolios, de su posición dominante en el mercado de las búsquedas.
Pero como dejo claro en el título, este post va sobre todo de autoridad.
Y es que el caso es que últimamente no paro de repetir el mismo “mantra”: en internet está todo, pero todo lo que está en internet no es cierto.
No vale con buscar información sobre un tema y dar la primera que “salga” a nuestro paso por buena.
Si algo ha traído consigo internet es la era de la hiperinformación. Y esto es debido a que cualquiera, sin ninguna barrera de entrada (pertenencia a un medio o grupo, conocimientos de programación…) puede ponerse a escribir sobre cualquier tema… ¡e incluso “atreverse” a evangelizar sobre el mismo!
Haz la prueba. Busca información sobre una temática que domines y empieza a leer. ¿Es todo correcto? Seguro que no.
No me precio de ser un gran SEO pero algo conozco. Pues cada día tropiezo con más artículos de gente autodenominada como experto que aconseja técnicas… las cuales la mayoría de los verdaderos expertos desaconsejaría.
¿Y cual es la solución? La de siempre: aplicar sentido común. Cuando te planteas asistir a una conferencia en “el mundo real”, ¿qué es lo primero que haces? Posiblemente analizar al ponente y decidir si es una persona que te pueda aportar valor.
Es decir, decidir si es una persona con autoridad real (no auto impuesta por él mismo) dentro de su campo. En la red es lo mismo, el artículo que te ofrece Google para saciar tu sed de conocimientos, ¿está redactado por alguien “confiable”?
Y todo parece indicar que en esto está centrado Google para ordenar sus resultados en el ¿presente?/futuro. Determinar qué personas tienen autoridad en su campo para dar mayor relevancia tanto a sus aportaciones directas como indirectas (recomendaciones de artículos de terceras personas por ejemplo).
Otro tema, qué si a alguien le interesa podría ser motivo de otro post, es que aprovechando nuevamente su posición de monopolio quiera vertebrar todo este nuevo paradigma a través de su red social Google+. Una más.
Pero a lo que voy, es a recordarte que nunca debes olvidar que toda la información vertida en intenet no tiene por qué ser cierta. La situación ha cambiado mucha respecto a cuando estudiábamos con los libros del colegio. Incluso cuando Google muestre resultados considerados por él como relevantes, párate a pensar si lo que estás leyendo debe tener tu credibilidad. Un algoritmo por si solo no va a solucionar este “problema” que nos va a acompañar, irremediablemente, para siempre. Por ejemplo, seguro que Google le otorga máxima relevancia a la Wikipedia… cuando todo el mundo sabe que no es, ni muchos menos, 100% fiable.
Pero no solo como consumidor de información nos afecta esto, si no obviamente también como autores. ¿Y como conseguir autoridad de cara a nuestros potenciales lectores? Seguro que hay decenas de formas (volviendo a lo mencionado anteriormente, el buscador quiere que empieces a demostrar la misma en su Google+), pero en mi opinión hay 2 claves: tu hoja de resultados (no lo que vas a hacer sino lo que ya has hecho) y tu casa (blog personal) que es el lugar donde puedes demostrar a lo largo de tu trayectoria profesional, en tu día a día, tus conocimientos.
Por cierto, ¿te paras a pensar quien es el autor de la información que tienes delante o piensas que realmente es algo utópico y no se puede hacer con cada blog o similar en el que “caes”? ¿Qué factores utilizas para medir la autoridad dentro de una materia de un determinado autor?