El pasado fin de semana estuve en Zaragoza. Una ciudad en la que he vivido, en distintas etapas, 10 años. Yendo a recoger el dorsal para una carrera en la que participaría al día siguiente pasé por la entrada al parque al que iba a correr en mis últimos años allá y, no se por qué, me vino a la cabeza el siguiente recuerdo.
Tras muchos años de práctica ininterrumpida dejé de jugar al baloncesto un mes de Octubre de comienzos del siglo XXI (no recuerdo el año exacto). Una fecha un poco rara, pero tuve que disputar un partido de aquella temporada para darme cuenta de que lo mejor era dejarlo porque no me sentía lo suficientemente motivado. Simplemente renové con mi equipo por no dejar de practicar un deporte que me había acompañado cada semana desde los 11 años.
Aunque jugaba al baloncesto siempre me gustó correr y, en aquellos años, cuando no coincidían con mis partidos corría las 3 carreras que había en mi pueblo. Cuando me retiré del baloncesto, aquel Octubre quedaba algo menos de un mes para que se disputara una de aquellas carreras y, como no tenía otros retos deportivos, me planteé hacer una pequeña preparación. Con esa idea salí un día del trabajo y fuí al parque a hacer series, algo que casi nunca había hecho. El resultado fue que el flato me impidió terminar el entrenamiento que tenía en mi cabeza. Simplemente mi cuerpo estaba adaptado a otro deporte. A partir de ahí empecé a correr de manera más tranquila y participé en aquella carrera en la mitad del pelotón.
Vuelvo al pasado fin de semana. Cuando pasé por la zona por la que años atrás entraba corriendo al parque se me escapó una sonrisa al darme cuenta de que, varios años después, he ganado las últimas 4 ediciones de aquella carrera.
Lo jodido es que, siendo sincero, esta 4ª victoria tampoco me ha hecho una gran ilusión. Simplemente me tomé la carrera como otro test de preparación de cara a los Campeonatos Navarros de Campo a Través. Pero al venirme a la cabeza aquellos recuerdos me di cuenta de que, si aquella noche en el parque de Zaragoza, alguien me hubiera dicho que iba a ser capaz de ganar esa carrera, aunque fuera una única vez, no me lo hubiera creído.
Ya escribí una vez por aquí que siempre soñé con ganar alguna de las carreras de mi pueblo. En el momento de escribir estas líneas llevo 4 Amimets, 2 San Silvestres y 3 Mejanas y parece hoy día que no les doy ya gran valor.
Y ese es el problema con el que choco habitualmente: el de no darle valor a cosas que logro. Ya sea ganar una carrera o mantenerme, año tras año, como autónomo.
Cuando se alcanza un objetivo parece sencillo, pero hay mucho trabajo detrás como para no valorarlo como se merece. Simplemente copio una parte de un diario que llevo como corredor para darme cuenta del esfuerzo invertido:
“Estoy exhausto. Posiblemente más a nivel mental que físico. Con muchas dudas de si tiene sentido estas palizas que me estoy dando. De si toda esta ingente cantidad de tiempo la podría aprovechar en hacer otras cosas más productivas.”
Así que lo dicho. Démosle valor a las cosas que nos esforzamos por conseguir.
Pd: Pude ganar la carrera de Zaragoza (4.000 corredores). Estoy tratando de valorarlo lo máximo posible porque nunca pensé que pudiera ganar una carrera en la ciudad en la que viví tantos años. En la ciudad en la que posiblemente comenzó, aquella noche en el parque y sin darme cuenta, mi etapa como atleta.
Eres un crack. Más aún en actitud que en ganar carreras.
Un apunte: entre tus logros deportivos olvidas tus varias victorias en el clásico Abierto de Navidad de Samanes -Trufas. Que también le pegas al deporte con rey.
Me alegro por tí. Dale duro!!!